Llegaron a Madrid con unas hamburguesas enormes y de calidad rebosante que, a día de hoy, nos siguen conquistando, intentaron, sin mucha fortuna, expandirse en el Mercado de San Antón y ahora se lanzan a la conquista de Barajas, repitiendo la misma formula que los ha llevado al éxito: carne, carne y carne a precios realmente competitivos, con ingredientes muy cuidados y un nuevo local grande, sencillo y cómodo, que aporta una discreta terraza y la opción de disfrutar de sus cervezas artesanales durante todo el día.
En la carta podemos encontrar los mismos platos que en su homólogo original (y alguna que otra errata), con un par de incorporaciones nuevas y el regreso de viejos conocidos en forma de bocadillos. Todo con los precios atractivos que nos llamaron la atención cuando los conocimos hace años. Por supuesto, también podremos regar nuestras elecciones con sus míticos refrescos de sabores o con las míticas cervezas artesanales, que cada vez suman más en su nevera y grifos.
Todavía no sabemos cómo pudimos escapar de la tentación mortal que supone morir de placer al hincarle el diente a sus clásicos palos de queso, pero nos lanzamos, directamente, a por sus platos principales. Así que empezamos con un Philli cheese steak, que regresa triunfal a las propuestas de Food truck, con algunos cambios, como el queso, que ya no es líquido, sino un Edam en lonchas y bien fundido. Eso sí, en su interior seguimos teniendo esa carne de ternera en tiras y sus verduras correspondientes que, mezclado todo, supone un bocado delicioso, aunque seguimos prefiriendo su "construcción" clásica.
Por supuesto, no podía faltar la Costiburger original en nuestras mesas. Esa combinación de 250 gramos de carne de vaca, de picado casi perfecto, junto con unas costillas deshuesadas increíblemente jugosas, que se mezclan en nuestras papilas gustativas para organizar una fiesta para nuestros sentidos. Lo dicen ellos, pero lo corroboramos nosotros. Pueden imitar esta combinación, pero jamás llegarán a su calidad. Nos tiene totalmente enamorados.
Y no podíamos dejar pasar la oportunidad de probar una de las novedades de este nuevo garito, la De Burgos, una barbaridad con carnaza, huevo frito, queso fundido, pimiento rojo asado, morcilla y cebolla blanca cruda. Puede parecer un batiburrillo sin sentido, de hecho, nosotros no teníamos mucha fe cuando la pedimos, pero os podemos asegurar que esta hamburguesa se ha convertido en nuestro vicio. Esa carne que, está feo que lo digamos, pero está mucho mejor que en su local original, con la morcilla y resto de ingredientes crean un sabor en conjunto único, que no podremos dejar de comer y que, con lágrimas en los ojos, vemos cómo desaparece de nuestro plato.
El secreto es la carne, jugosa como pocas, de picado estupendo y con el punto respetado al máximo, cosa que no es fácil ya que, como nos confesó José, su dueño, primero la cocinan en un horno y luego la rematan en la plancha. Gran técnica con grandes productos a los que abraza un pan artesano delicioso, bien tostadito, que aguanta una cantidad de elementos dignos de épica.
Otro elemento en el que notamos diferencias es en las patatas fritas, que ahora son mucho menos aceitosas y más esponjosas, aunque mantienen ese sazonado ligramente picante. Encima, la ración de las mismas es más que generosa, como para aumentar nuestro gochismo después de los hamburguesotes que ingerimos.
En definitiva, este nuevo Food truck puede considerarse una versión corregida y aumentada de su primer emplazamiento, presentando un local que da gusto verlo, con la esencia hamburguesera que esperamos de ellos y una cocina que aprovecha sus armas para ofrecer un producto más cuidado y sabroso. Quien dijo que segundas partes no son buenas, debería darse una vuelta por Barajas y comprobarlo a dentelladas. Ahora nos tocará volver y desafiar a nuestros estómagos con una de sus maravillosas torres.
Añadir nuevo comentario