PIRATAS ROCK WEY: La decadencia hamburguesera en grandes cantidades

Para muchos de vosotros, el Piratas, en Alcorcón, será toda una institución, bien sea por el rock que rezuma por sus paredes o por la carne a la pierda de la que se sienten tan orgullosos. A nosotros, como esas dos premisas nos parecen razones de suficiente peso como para conocer un sitio, nos subimos en el Burger Movil y para el Polígono de Urtinsa que nos fuimos, para dar buena fe de ello.

Al llegar, nuestra sorpresa fue mayúscula al observar, cual Goonies de ciudad, cómo un barco pirata aparecía ante nosotros, empotrado en una nave industrial y cuyas puertas se abrían para darnos la bienvenida. En su interior, la emoción nos siguió embargando al ver la zona de bar, con una gran barra, que también se usa como sala de conciertos y un gran salón donde los grupos acuden en manadas a ponerse finos y al que nos da la bienvenida una suerte de Willie El Tuerto, siempre custodiando su tesoro. Además, también cuentan con un segundo local, decorado a modo interior de barco, en el que tampoco falta el más mínimo detalle.

Como podéis ver, en cuanto a decoración, parece que estemos en el restaurante temático de un parque de atracciones más que en un polígono industrial de la zona sur de Madrid.

Cuando pudimos relajarnos ante la emoción del lugar, nos echamos la carta a los ojos para comprobar que aquí la carne es algo más que un orgullo, es casi una religión, sobre todo, como ya hemos dicho, cocinada a la piedra en la propia mesa. En cuanto a los precios, un poco elevados, aunque las raciones que vimos pasar a nuestra vera los justifican bastante en lo que a cantidades se refiere. Nosotros, como nos fuimos directos a por la hamburguesa, os podemos decir que, por 10 €, no está nada mal, aunque tiene sus explicaciones y os las vamos a dar.

Tenemos que destacar la simpatía del servicio, que en todo momento se preocupó por nosotros y nos atendió estupendamente, como también pudimos comprobar que sucedía en otras mesas. Tal fue el mimo, que nos trajeron un platito con paté para ir haciendo ganas de comer. Atención a la cesta de tostaditas que ya nos espera en la mesa antes de sentarnos y que es la señal de que algo va a llegar a la primera de cambio.

Sin hacer un alarde de calidad y sabor, este medallón de paté ayuda a disimular el hambre atroz que llevamos y es un buen detalle por parte del local, lo cual hizo que nuestras expectativas fueran aún más altas, aunque hemos de admitir que la alegría duró poco, ya que, en cuanto nos llegó nuestra Hamburguesa Pirata, vimos que aquí de burger batallera no se pasa, aunque lo peor no era la imagen, sino lo que se escondía entre la lechuga, el queso, el bacon y la cebolla. Exactamente los mismos defectos que su hermana "pequeña", la Piratilla, descrita por ellos mismos como la preparación para los pequeños marinos y que es igual, pero sólo con menos cantidad animal.

Y es que, aunque aquí parece que se toman muy en serio lo de la carne, ya cuando no se nos preguntó el punto, algo nos olió a chamusquina y nunca mejor dicho. Lo que nos encontramos entre dos panes y resto de ingredientes fueron dos filetes, muy finos, prácticamente quemados, pasados por dentro y muy correosos y secos. Tal fue el barapalo, que tuvimos que aprovechar la salsa pirata (realmente espectacular) para pasar aquel despropósito carnívoro.

Por si fuera poco, el bacon casi no sabía a nada y el resto de ingredientes nos pareció de tan mala calidad que no merecen la pena ser comentados. Y lo peor, el pan, blando, hasta el punto de estar chicloso, que no aguanta ni al ser agarrado con las dos manos. De su tueste ni hablamos, porque no existía.

Creemos que los dueños de Piratas son conscientes de esta herejía hamburguesera, más que nada porque la sirven con una cantidad de patatas tan enorme que esperan que sea para que acabemos tan lleno que el cerebro no nos dé para hacer valoraciones como la que estáis leyendo. A medio camino entre congeladas y caseras, rompemos una lanza a su favor, ya que nos gustaron bastante y con la salsa antes mencionada, están de muerte. Eso sí, no compensan, en absoluto, los 10 € que cuesta el plato.

En definitiva, nuestra visita al famosísimo Piratas nos dejó un sabor agridulce, ya que la hamburguesa no llega al nivel que marca la decoración del local ni la simpatía del servicio de sala. Una verdadera pena, ya que, aunque aceptamos que no se trate de una hamburguesa gourmet, al menos que sea batallera, pero no, ni por ésas se salva. Tendremos que volver a probar las carnes a la piedra o las brochetas gigantes aunque, sinceramente, no acabamos con muchas ganas de repetir.

PRECIO DESGLOSADO DE LA VISITA

1 CERVEZA DE MEDIO LITRO: 3.5 €

1 REFRESCO: 2.5 €

1 HAMBURGUESA PIRATA: 10 €

1 HAMBURGUESA PIRATILLA: 7.5 €

TOTAL: 23.5 €