Después de haber intentado, sin éxito, su llegada a la gran ciudad, los chicos de Beefcious lo vuelven a intentar, esta vez en una zona más céntrica como es la de la Calle Galileo. Con el mismo estilo de maderas y ambiente acogedor y un servicio la mar de simpático, el sitio es ideal para tomar algo como para lo que fue concebido, zamparse unas buenas hamburguesas.
Como la carta es exactamente igual que la que vimos en nuestra última visita, no cabe decir nada más que disponemos de unos menús que son ideales y que fue lo que pasó por nuestra mesa. Empezando por unos nachos completos que, a parte de llegar en una ración espectacular, nos dejaron bien encantados por los totopos, fuera de los triángulos de maíz que acostumbramos a ver por ahí. Con bien de guacamole, crema agria y pico de gallo, quizás fue la cantidad de pollo lo que se quedó más corto de un plato estupendísimo para ir haciendo hambre.
Pero lo mejor de este comienzo fueron las cheese fries con la famosa salsa Diablo, que hacía del conjunto algo espectacular. No podíamos dejar de saborear esa mezcla cremosa de queso con un sabor profundo y nada picante que complementa a unas papitas caseras, muy fritas y que nos hicieron desear que no se acabasen nunca.
Con el estómago bien contento y algo lleno, nos llegaron las opciones hamburgueseras, sencillas en esta ocasión, pero con un denominador común: el humo. Ya desde que llegan a nuestra mesa, ambos platos desprenden un agradable aroma a carbón, producto de su cocinado en un horno Vulcan, que dota a la carne, también, de un sabor único. Comenzamos con la hamburguesa de barbacoa, con bacon, queso y la misma salsa. No necesita más para conquistarnos con su equilibrio de sabores y su patty bien consistente.
Esta vez tocó pedir al punto la carne y aunque nos llegó un poco más pasada, se apreciaba estupendamente la calidad de la misma. Además, el picado es el adecuado para permitir que el calor circule en su interior. Bien condimentada, sin restar un ápice de sabor al conjunto y ese bacon, también ahumado, que es para agarrarse una sobredosis.
Por otro lado tenemos la hamburguesa clásica o lo que es lo mismo, una cheeseburger con bacon de vieja escuela, sin barbacoa ni nada, con todo lo básico para hacernos suspirar con ese saborazo a carbón. En ambos casos, el pan aguanta, pero se acaba desmoronando por los jugos, a pesar de venir tostado. No aporta mucho más y cede todo el protagonismo a los elementos que están en su interior.
Siempre nos acompañan las patatas fritas que, al igual que ocurre con el entrante, son una delicia. Cortadas en bastones finos, caseras y muy bien cocinadas. Si no acabáis muy llenos con este menú, siempre podéis terminar hasta arriba intentando terminar con todas ellas.
Porque después de todo esto, todavía había que darle a los postres. en esta ocasión, una crema de chocolate y un yogur con frutos rojos. Ambas elecciones fueron lo más flojo de la visita y aunque aportan un poco de dulce a nuestro paladar, podemos pasar todo muy bien sin ellos.
En definitiva, esta nueva visita a Beefcious no defrauda y aunque perdemos la parrilla de carbón a la vista de ubicación original, mantienen la calidad de cocinado con un horno que funciona estupendamente con todo tipo de carnes. Buenos precios y combinaciones, local agradable, aunque algo incómodo a la hora de tomar asiento y servicio a la altura. No se puede pedir más a esta segunda oportunidad que buscan estos chicos en las calles de nuestra ciudad.
PRECIO DEL MENÚ HAMBURGUESERO: 14.5 €
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