Poco a poco, el discurso de que en el sur de Madrid no hay hamburguesas que zampar, se acaba. Cada día que pasa es más raro encontrar una localidad sin, al menos, un garito interesante o de reciente apertura más allá de la gran ciudad. Tenemos mucho ejemplos y hoy toca hablar de Flanagan's, en Móstoles. Un restaurante casi recién nacido, con una estética muy atractiva y un salón cómo y elegante, que promete ofrecer buenas burgers y alguna que otra sorpresa en su carta.
Y hablando de su menú, tenemos un buen puñado de entrantes, unas cuantas hamburguesas, entre las que no puede faltar la smash burger y un variado de postres la mar de interesantes. Todo con precios adecuados, que solemos ver más en Madrid capital que en el extrarradio, pero ya vamos comprobando que esto de los precios igualados, independientemente de la localidad, se va imponiendo.
DicHo esto, nos animamos con algo distinto para empezar, como son los tacos de cochinita pibil (10.5 €). Se trata de tres unidades (algo raro, ya que si no es para compartir entre tres personas, siempre queda rara esta distribución), con sendas tortillas de trigo, una carne espectacularmente adobada, salsa y guacamole. Echamos de menos un poquito de salsa verde o roja, la cebolla blanca picada, el cilantro y el limón (lima por estos lares), para que el sabor mexicano sea 100%. Aún así, un comienzo rico y disferente, que merece la pena probar.
Ahora sí, pasamos a las reinas, las B, comenzando por la Flanagan's smash (14.5 €), con triple de carne, queso cheddar y más salsa de queso. Sencilla y contundente, con sus luces y sombras. Por un lado, tenemos un conjunto bonito a la vista, pero tanto queso y tan poco contraste entre sabores, a nosotros nos deja fríos. Preferimos una buena salsa mil islas que aporte cremosidad a esos tres pisos de carne, con patties de 90 gramos cada uno. Y esta es la siguiente parte que nos rechina, ya que, no por cantidad, sino por texturas, tampoco nos parece adecuada, ya que encontramos un picado excesivo en los discos, haciendo que se complique la mordida, resultando un mazacote un tanto basto.
En cuanto a temas de costra, la tenemos, aunque el Maillard no llega a ser uniforme, debido, en parte, a que los discos de carne se presentan ya aplastados "de fábrica", por lo que no se puede aplastar de forma cómoda sobre la plancha y la superficie en contacto con la zona caliente se vuelve irregular. De todas formas, el conjunto es bastante apetecible y contundente, con un sabor adecuado, que denota la calidad de la carnaza.
En el otro lado de la mesa tuvimos el placer de probar la pulled pork (12.5 €), con otro patty, esta vez de 100 gramos, coronado por un cogollo de carne de cerdo deshilachado, más queso, una rodaja de tomate a la plancha, un aro de cebolla con rebozado casero y salsa de la casa. Aquí, el conjunto es mucho más cremoso y fácil de comer y los ingredientes se fusionan a la perfección, consiguiendo el contraste crunchy del aro, con la cremosidad de la salsa. Aquí sí, la combinación es ideal.
La carne, la protagonista, tiene los mismos defectos y virtudes, pero aquí cuenta con el gran aliado que es el pulled pork, cremoso, con gran potencia y nada empalagoso. Todos los ingredientes juegan para dejarnos felices y vaya si lo consiguen.
Para abrazar ambas burgers encontramos un panecillo de tipo brioche, aunque nos aseguraron que es de patata. Una mezcla visualmente muy atractiva, tostado ligeramente en la plancha y muy tierno, sin aportar ese dulzor que casi siempre nos distrae cuando se trata de esta variedad de pan.
Pero lo mejor son las patatas fritas, caseras y cortadas en bastones muy finitos. Súper crujientes y ricas, tanto para comer solas como para complementar con alguna salsa. Buena ración.
En definitiva, esta nueva apertura sureña nos llena de alegría, con un local espectacular y unas burgers a las que les falta algo de recorrido, sobre todo en cocina, pero que muestran el gran potencial de unos ingredientes estupendos, de calidad y unas combinaciones que ilusionan. Seguiremos muy de cerca a este Flanagan's, porque, de verdad, promete dar muchas alegrías hamburgueseras.
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